Un aspecto importante a considerar es el potencial adaptativo de las fibras musculares a los diferentes tipos de entrenamiento. Aunque el porcentaje de los diferentes tipos de fibras sea un condicionamiento genético, este puede verse modificado gracias al entrenamiento de la fuerza y la resistencia.
Por un parte, el entrenamiento de resistencia parece que se acompaña con un incremento en la proporción de fibras musculares de Tipo 1, y por consiguiente de una disminución del Tipo 2. El entrenamiento de la fuerza, sin embargo, no parece acompañarse de la transformación inversa (de Tipo 1 a Tipo 2) (González Badillo y Gorostiaga, 2002).
Imagen 3. Modelo de las adaptaciones principales que ocurren en el musculo esquelético como el resultado del entrenamiento en ciclistas profesionales. Hawley y col. (2001).
Transformación de Tipo 2b a 2a: entrenamientos con velocidad de ejecución media/baja, alto número de repeticiones y un carácter del esfuerzo elevado.
Transformación de Tipo 2a en 2b: entrenamientos con velocidad de ejecución máxima, cargas bajas/medias, carácter del esfuerzo bajo y bastante tiempo de descanso.
Transformación de Tipo 1 a 2: entrenamientos con velocidades de ejecución máxima, cargas bajas/medias, carácter del esfuerzo bajo y bastante tiempo de descanso.
Las características individuales que determinan la preponderancia de un tipo de fibra sobre otro parece quedar determinado en una fase temprana de la vida (Wilmore y Costill, 2001). Pero esta determinación genética puede verse influenciada, tal como lo señalamos con el tipo de entrenamiento. De todos modos el paso del tiempo y con la llegada del envejecimiento, los musculo tienden a perder fibras de Tipo 2, lo que incrementa el porcentaje de Tipo 1.
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